Escribiendo una novela on-line

Bienvenidos a la cocina de una novela. Dia a dia, encontraran publicado el refinamiento del material original de mi novela "Santana". Que lo disfruten.

Name:
Location: Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Spain

Supongo que me parezco a lo que imaginan de mi mis lectores.

Wednesday, March 30, 2005

Capitulo II

Rosario. Avenida Alberdi y Juan José Paso. A media cuadra, por mano izquierda yendo para la Iglesia Perpetuo Socorro, se encuentra Pepona. Sitio que más que un bar es un verdadero templo del mal.

Sus nefastos parroquianos se reúnen, como vampiros, al caer la noche. Para fumar en exceso, beber en abundancia, hablar de mujeres, de curros, de fútbol y rascarse las pelotas.

Les gusta exhibirse. Algunos, los mas moderados, optan por sacarse mocos que pegan religiosamente debajo de las mesitas de nerolite grasoso y rayado. O se tiran, inclinándose de costado, algún pedo estruendoso, que los demás festejan.

Ocho y pico de la noche y todavía es temprano. Paralela a la ancha vidriera que da a la avenida hay una mesa de pool. Alrededor de ella, dos hombres jóvenes sostienen un taco en una mano, un vaso de vino en la otra y un faso en los labios. De repente uno de ellos dice las siguientes cinco palabras:

- Te toca a vos, ché forro.

Provocando que el otro aparte la vista, de un generoso culo que pasa por la vereda, y la deposite en la caprichosa distribución de bolas sobre el terciopelo verde.

- A ver, a ver -susurra con aire entendido mientras deja el vaso en un borde, toma el taco con las dos manos y rodea la mesa hasta la banda opuesta.

- Por acá. Si. Tengo que rozarla apenas. Una pendejésima.

El tipo se llama Jorge y es hasta ese momento el novio oficial de Ana Santana.

Con el faso siempre en los labios y un ojo fruncido por el humo, el tal Jorge mira al ras del paño para jugar su turno en una partida que no lo favorece. Apunta y prueba deslizando el taco entre sus dedos índice y mayor. En un vaivén que termina a milímetros de la bola.

- Si. Por acá.

Su contrincante simula exasperarse y exclama:

- ¡Dale loco!, ¡jugá y dejate de hablar al pedo, ¡si en tu puta vida embocas una, vos!

- Shhh. -contesta, Jorge, con aire de concentración.

El taco ya está listo para ser disparado. Con un leve y seco golpecito le da a una bola que sale suavemente hacia otra bola a la cual no llegará a golpear por un sencillo principio de la física que puede titularse como "pérdida de energía por rozamiento".

- ¡Puta madre, carajo!¡Me quede corto de nuevo! -exclama con el ceño fruncido al tiempo que se incorpora, toma el faso entre los dedos anular y mayor, lo pita intensamente, y con la misma mano lleva el vaso a los labios y termina de un trago con el contenido.

- Te tengo de hijo -exclama satisfecho su contrincante, que se llama Luis y es a la sazón compañero de trabajo en la pujante fábrica de piñones de bicicletas donde ambos se perfuman los sobacos. La respuesta no se hace esperar.

- ¿A quién podés tener de hijo, vos?, ¡salame!

El otro, que está calculando su jugada, se vuelve rápidamente hacia su compañero y exclama con un gesto de extrañeza.

- Uia, hablando de tener de hijo, ¿qué hacés a esta hora por acá, vos?

Jorge sonríe, se encoge de hombros y contesta:

- No fuí. Hace cuatro días que no la veo. Más exactamente desde que crepó la abuela.

- ¿La viejita esa que te manoteaba el bulto? -pregunta Luis aplastando el faso en un cenicero de aluminio que esta empotrado en la mesa.

- Si, esa.

Luis se apoya sobre el paño y apunta, bola por medio, a la última bola que deberá meter para ganar el partido.

- ¿Que le pasó, pobre abuelita? ?¿Se habrá chupado una poronga envenenada?

- Si es por eso, seguro, que se la mamó a mi suegro -contesta Jorge escupiendo el faso, que cae humeando en el piso.

- Vos fuiste un boludo, esa viejita era una experta. Le hubieras sacado la dentadura postiza y te hubieras hecho tirar el fideo.

- Puaj... antes me la corto. -exclama Jorge con cara de asco.

De un golpe seco, el taco deja de amagar y golpea a la bola en el lado inferior izquierdo. La bola sale picando y golpea de refilón la otra bola, obligándola a dibujar una parábola que

termina limpiamente dentro de la tronera. Luis tira el taco sobre la mesa, levanta los brazos y grita con exagerada euforia:

- ¡Hijoooo!, ¡aprendééé!, ¡aprendééé!

El tal Jorge contempla las cuatro bolas que le quedaron afuera y por no quedarse callado, masculla:

- Esto es culo, querido. Puro culo -y, dejando el taco sobre el paño, se encamina hacia la mesa donde tomarán los vasos de vino que deberá pagar. Con los brazos en alto su vencedor lo sigue detrás.

Se sientan y exhultante, el ganador le grita al mozo:

- ¡Gallego, dos vinos aquí! -entrelazando triunfalmente las dos manos por sobre el hombro izquierdo, a lo Alfonsin.

Jorge prende un faso. El otro también. A través de la nube de humo azul, Luis le pregunta sonriendo:

- ¿Y guacho?, ¿te vas a casar al final con la tetona esa?

- Escapá de acá, demente. Que mierda me voy a casar. Si esta misma noche la echo al carajo.

- ¿No te cansás de decir siempre lo mismo?¿Cuantas veces la largaste ya?

- ¿Y que querés?, si cada vez que la quise echar, por no tener otro cacho de carne, voy debilitado. Como con miedo a terminar casado con la Manuela -confiesa sacudiendo didácticamente, el puño derecho cerrado. Como si se apuñalara frenéticamente la pelvis.

El temor esbozado tiene razón de ser a la luz de que, tanto él como Luis, habían estado internados en unos centros especiales para rehabilitación de adictos a la masturbación. Jorge continuó su relato:

- Encima parece que ella intuye y cada vez que le quiero dar el flete se me cae con unos escotes… al final pasa que le veo las gomas, se me para la pija y termino en el telo. Después, por no armar quilombo, lo dejo para otro momento y así pasan los días.

- ¿Sabés cuantos se casaron así?

- ¡Estás en pedo, vos! Te digo que esta noche la echo y te explico porqué.

- Dale, mentime. Si te hace feliz.

- Escuchá paspado, el sábado, como se quedó en la casa llorando a la vieja puta, yo me hice el gilberto y me pianté tipo doce para La Rambla. Hermano, ¡no sabés la mina que me enganché!, ¡una potra...! -los puntos suspensivos implican énfasis- ¡un animal nacido para cojer! ¿Entendés, ahora? Te digo que cagó y cagó, querido, Ana cagó. Tengo carne nueva colgada del gancho. En cuatro dias me la habré culiado unas veinticinco veces.

- Mierda, parece entonces que es en serio, ché. Se pudrió el casorio.

Jorge asiente con un gesto. Fuman unos instantes en silencio y finalmente Luis exclama con sincera admiración.

- Pero, la verdad, la verdad, ¡que linda teta tiene la Ana!

Dicho así en singular, como si tuviera una sola.

Viendo el afrecho que iluminaba los ojos de su amigo, Jorge le confió.

- No sabés lo que son esos limones. ¡No te entran en la boca, no te entran!

- Salí, hijo de puta, no me contés. Que hace como mes y medio que no la pongo. ¡Mirá!, ¡mirá como se me levanta la carpa!

- ¿Sabés lo que es tener esas dos tetas a tu disposición?

- Basta, basta que voy a tener que meterme en el baño. Yo no soy ambicioso, te juro que me conformaba con una teta sola.

Jorge continuó desesperando a su amigo, libidinosamente.

- Le pongo el balero entre los limones y me doy con la dos tetas en las orejas -graficó arracimando contra su cabeza dos enormes tetas invisibles.

- Basta guacho...

- La verdad es que nunca voy a enganchar una guacha con tanta teta y tan chupaverga.

Luis frunció súbitamente el ceño y tuvo un estremecimiento convulsivo. Sus ojos se pusieron en blanco. Sus dos manos trabajan febrilmente bajo la mesa.

- Eh, Luis, aflojá, hermano. ¿Como te vas a pajear acá?

- Ah, ah, que querés... Te dije que aflojés con contarme esas cosas, ah... ah, que alivio...-y parándose agregó:

- Aguantá que voy al baño.

- Si, mejor andá a lavarte el engrudo.

Minutos después Luis vuelve a la mesa y asevera:

- Ahora, vos perdoname, hermano, pero estás muy equivocado procediendo así.

- ¿Lo que? -Pregunta el otro pitando el faso y sonriendo cínicamente.

- Pero claro, querido, vos te levantas una guacha el sábado y hoy martes largas a tu mina... y parece que te olvidás que si no hubiera sido por ella no te daban el alta en la casita (el centro de rehabilitación al masturbodependiente)

- ¿Y con eso qué?

- ¿Como y qué? ¿por qué la largás, pobrecita?

- Porque se pone pesada, boludo. No ves que yo para culiármela le prometí casamiento.

- Pero sos un forro, sos... ¡si te podés culiar a la dos! ¿para que la hacés sufrir, pobrecita?

- No, no quiero mas quilombo. Me rompe la pelotas. Me dice que la tengo de objeto sexual, que cuando ponemos fecha. Hasta la dejada de la vieja me tira ondas para que le saque el clavo. No dá para más, loco, me tengo que borrar. Así que hoy la largo y a la chacón de su drema.

Súbitamente Jorge parece recordar algo y mira la hora con urgencia.

- Huy, ¡las ocho y media! ¿tenés un cospel?

El otro hurga en los bolsillos del pantalón y extrae, entre los dedos índice y pulgar, el símbolo en bronce de la empresa estatal argentina por excelencia: ENTEL (Recordemos que la historia transcurre inmediatamente antes de las privatizaciones).

- Justo. Traé acá. ¡La voy a llamar ya mismo! -Exclama arrebatándole el cospel y poniéndose de pie.

Luis pensó en ese momento “Tengo que presentarme en la casita en quince días y más vale que pueda demostrar que tengo novia, sino me dejan adentro de nuevo” y exclamó:

- Y yo digo, ché: ya que la vas a largar, ¿porque no la entregás?

- Cojé por la tuya. ¡Ladrón de vueltos! -Le grita Jorge yendo para el teléfono.

Ya frente al aparato, descuelga el tubo, comprueba el milagroso tono y mete el cospel por la hendija. Disca con el dedo y repite con la boca:

- Seis, siete, dos, seis, uno...

Sospechosamente da el tono normal de llamada. Atienden.

- ¿Familia Santana?

- No, ¿con qué número quiere hablar? -contesta del otro lado una voz de menopáusica.

- Con el seis, siete, dos, seis, uno.

- No, no, m´hijo. Está hablando con el cuatro, nueve, seis, siete, tres.

- ¿Cuatro, nueve, seis, siete, tres, dijo?

- Si, jovencito.

- ¡Gracias, vieja puta! -Agradece antes de cortar y correr a la barra repitiendo el número en voz alta. Compra otro cospel y vuelve corriendo al teléfono. Disca.

- Cuatro, nueve, seis, siete, tres...

El tono de llamada normal suena nueva y sospechosamente.

Atienden.

- ¿Familia Santana?

- Si, ¿quién habla?

- El Jorge, doña Dominga, ¿la Ana sigue llorando?

- No, terminó hará media hora. Esperá que te la llamo. Ah, ché Jorge, perdoná que te pregunte pero… ¿cuando pensás formalizar con la Anita?


0 Comments:

Post a Comment

<< Home

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.