Escribiendo una novela on-line

Bienvenidos a la cocina de una novela. Dia a dia, encontraran publicado el refinamiento del material original de mi novela "Santana". Que lo disfruten.

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Location: Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Spain

Supongo que me parezco a lo que imaginan de mi mis lectores.

Saturday, June 18, 2005

Capitulo LI



Ya en la calle, el Dos decidió antes que nada constatar personalmente su estado patrimonial. A tal efecto concurrió (siempre bailando el cha-cha-chá), a las oficinas de sus ex-administradores.

- ¿De parte de quién me dijo? -repreguntó por cuarta vez, irritado el recepcionista.

- Del Dos dígale -repitió modulando las palabras.

- Si… lo busca un señor... ¿Dos me dijo?

El Dos asintió con un gesto.

El recepcionista escuchó unos instantes atentamente. En un momento dado reprimió una pequeña carcajada y luego colgó. Finalmente levantó la vista y le dijo sonriente:

- Los señores no están... han ido a Europa por negocios... pero me han dejado algo para usted, espere un momentito, por favor... -y se levantó para meterse en una puerta lateral. En unos minutos salió con un sobre y se lo entregó, con una sonrisa rutilante.

- Según me han dejado dicho, estos documentos respaldan a la empresa por haber cedido sus bienes a su socio el señor... -se interrumpió tratando de recordar el nombre.

- Hijo de puta... -lo ayudó el Dos- el señor hijo de puta...

Manoteó el sobre con avidéz. Saco las fotocopias y ya se disponía a leerlos cuando el recepcionista, siempre sonriente le dijo:

- ¿Podría leerlos en la calle?, por favor...

- ¡Anda a la puta que te parió!... ¡pensar que hace seis meses te podría haber hecho echar! -le espetó el Dos furioso. Pero la ira le hizo ininteligible la puteada y terminó ampliando la sonrisa del empleado.

Indignado pegó media vuelta y encaró para la puerta. Los nervios y el desplante le agudizaron el rengueo feroz que lo acosaba. A sus espaldas, mientras salía, escuchó la risita malvada del recepcionista.

No pudo aguantar ni a llegar a un bar. Leyó los documentos en la puerta misma de sus ex-administradores, y en el medio de la vereda estalló en una kilométrica puteada. Le agarró tal ataque de furia que destrozó los papeles con las manos y los dientes y ya lo rodeaban algunos curiosos cuando rengueando como nunca salió disparado a buscar a María.

Tomó un colectivo a dos cuadras de allí y (ventajas de su nuevo estado), una vieja le cedió el asiento. El viaje se le hizo insoportablemente largo. Cuando llegó, tocó el timbre y no pudo esperar a que parara; se tiró del colectivo en movimiento. Si no era por un arbolito que lo atajó, se mataba. Como en una maratón (de parapléjicos) llegó en un santiamén a la puerta de la casa de María.

Tocó timbre casi quince minutos. Rojo de ira apretó el botón y se extravío en sus pensamientos criminales con el dedo apretado. La vecina de al lado fue la que lo volvió a la tierra.

- ¿A quién busca?...-preguntó con voz de pito. Y sin esperar respuesta exclamó- Ya no vive nadie acá. Además… nunca tuvieron luz.

El Dos largó el timbre.

- ¿Como que no vi...? -preguntó recontragangosamente.

- ¿Qué dice? No le entiendo -la vecina frunciendo el ceño.

- ¿Cómo que no vive nadie? -reiteró esta vez pausadamente.

- Ah, se fueron... la mujer que vivía acá se fue hace como tres meses...

- ¿Adonde?

- ¿Que se yo?, no lo sabe nadie... -lo miro de arriba abajo- usted es de esos que clavo el marido, ¿no?... han venido de a montones...

La casa de los viejos de él”, pensó el Dos y sin contestarle se fue bailando el cha-cha-cha hasta la parada de colectivos.


La casa de los viejos de él lucía un cartel de “próximo remate judicial s/base”. Tocó el timbre totalmente al pedo porque tampoco vivía más nadie. Se enteró, como corresponde, por la vecina de al lado.

- No. No viven más acá... el hijo les patinó todo... los viejos le habían puesto la casa en garantía y mire como terminaron, ya los desalojaron y ahora se la rematan... tengo entendido que a los suegros de él les pasó lo mismo... un verdadero tránsfuga resultó el Manolito… ya de chiquito se notaba que iba a ser hijo de puta…

Con un gesto perturbado, como extraviado, el Dos empezó a renguear. Semidestruido, repasó en la mente los lugares que le quedaban para ir. Descartando la casa de su viejo, quedaban su bulín de Barrio Martin y tal vez, porque no, la casa de Ana.

Palpitando lo que iba a pasar, se dirigió primero al bulín de Barrio Martin.

Apretó el portero y cuando escuchó que atendían, el corazón le dió un respingo.

- ¿Hola? -Dijo una voz que no era la de Manuel.

Como la voz gangosa del Dos era inentendible desde el portero, el nuevo dueño, gentilmente, lo invitó a subir. El tipo estaba en slips y lo atajó en la puerta previniendo que la visita no se prolongara demasiado. El Dos lo acribilló a preguntas. En vano el tipo le pidió que se tranquilice.

- No, no se lo compré a su socio... se lo compré al banco... -explicó el tipo ante la requisitoria ansiosa del Dos.

- ¿Al banco?...

- Si... el que era su socio sacó un crédito de un palo verde y rajó... por lo que me dijo el gerente puso a medio mundo en garantía y los acostó a todos...-sonrío el tipo- ¡flor de pescado!...parece que rajó a Miami... no lo agarran más...

El Dos se sintió desfallecer. En ese momento vió por la hendija de la puerta entreabierta, una rubia escultural que pasaba desnuda. El Dos se sostuvo de la puerta del ascensor; era la rubia platino que se había levantado pocos días antes del accidente.

- ¡Marisa! -La llamó el Dos. La mina se acercó a la puerta.

- Hola nena... que, ¿no te acordas de mi? -le pregunto el Dos, casi suplicante.

- Ah, si, ¿que tal?... me entere de lo que te pasó... ¿como estás? -dijo la mina con gesto impresionado y sin esperar respuesta le ronroneó algo al oído del nuevo dueño de casa.

El tipo lo miró al Dos, sonrío, le guiñó un ojo y le dijo:

- Usted comprenderá...

- Espere, espere, una cosa más, por favor… ¿como la conoció a Marisa? -Le preguntó.

El tipo sonrío con un gesto deslumbrado.

- ¡Es increíble, pero me vino con el departamento!… un día siento la cerradura y veo que se mete... es una loba, nunca se lo voy a agradecer lo suficiente -completó feliz, poniéndole la mano en el hombro.

Cierto, le di la llave”, recordó el Dos.

El tipo lo despidió sin más y cerró la puerta con urgencia.

Trastabillando, el Dos, llegó a la vereda. Eran las siete menos cinco de la tarde. Dijo con la voz quebrada:

- ¡Hijo de puta!...¿y ahora de que voy a vivir? -y se puso a llorar contra la pared. Se fue derrumbando en la vereda y quedó en cuclillas apoyado de espaldas sobre el mármol de su ex-edificio.

El destino se encargó de responderle: Una señora gorda que pasaba con un carrito del supermercado lo miró, metió la mano en el monedero y le tiró un billete de cinco lucas.


4 Comments:

Blogger Roberto Iza Valdés said...

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12:21 PM  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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Anonymous Anonymous said...

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Blogger Roberto Iza Valdés said...

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