Escribiendo una novela on-line

Bienvenidos a la cocina de una novela. Dia a dia, encontraran publicado el refinamiento del material original de mi novela "Santana". Que lo disfruten.

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Location: Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Spain

Supongo que me parezco a lo que imaginan de mi mis lectores.

Monday, April 25, 2005

Capitulo XXII

Peinado a la lambida, Manuel arribó al centro con su impecable traje gris recién planchado.

El amigo que tenia que encontrar en aquella noche de sábado no era otro que el Dos. Que lo esperaba en un café de la plaza Pinasco con una expresión atormentada en su rostro de rufián.

Manuel entró, le pidió al de la barra que le remita un cortado a la mesa y depositó el trasero frente a su amigo.

- Eh, loco, ¡que caripela! -exclamo contento.

- ¿Y de que querés que me ría, boludo? -le respondió el Dos ágriamente.

- ¡Eh, que mala onda! ¡alegrate, querido! ¡hoy es sábado!

- ¿Y?

- Y nada... ¿que más querés?

El Dos frunció la boca y arqueó las cejas.

- ¿Le sacaste algo a la forra?

- Así es...

- No me digas nada, -lo interrumpió el Dos- la plata es para ir a cenar con un tipo que te prometió laburo.

- Exactamente -rió el guacho.

- ¡Pero que boluda! ¿todos los sábados el mismo verso y todavía te cree?, ¡que fiolo hijo de puta que sos! -exclamó asombrado.

- ¿Y vos que hablás? ¿o acaso no laburás de novio? -burlón Manuel.

El Dos sonrió con su mejor sonrisa de cafishio.

- Bueno che, dejemos de hablar al pedo... ¿a donde vamos?

- ¿Adonde vamos a ir? a Yezabel, a tomar unos drinks.

- Yezabel -interrumpió el Dos con desgano- si es como el Buen Pastor (1), pero bailable. ¡Está lleno de pardas!

- ¿Y que te pasa, loco? ¿desde cuándo te molestan las gronchas? ¡si toda la vida te la pasaste vareando pardas!

El Dos se sinceró con vehemencia.

- ¡Justamente! ¿Sabés porqué estaba con cara de culo cuando llegaste?

Manuel negó con la cara.

- ¡Porque estoy podrido de pardas! ¡tengo los huevos llenos de fifarme siervas o guachas de nueve con noventa como Ana!

Manuel hizo un gesto de desdén y luego, como recordando algo, lo interrumpió diciendo:

- Uia, a propósito, ¿a que no sabés quién estuvo esta tarde en casa?

- ¿? -Con la cara el Dos.

Manuel ahuecó las palmas de las manos y las colocó frente a si mismo a cincuenta centímetros de distancia.

- ¡Ana! -exclamó el Dos sorprendido, en el preciso instante en que el mozo depositaba el cortado de Manuel sobre la mesa.

- Si, esa tetona divina -definió poniéndole el azúcar- ¡la tenés mortadela, hijo de puta! Yo que vos a esta hora me la estoy culeando -expuso revolviendo- y dentro de cuatro horas también -preciso probando el cortado. ¡No largo más esos dos chupetes! -confesó pegándole un sorbo, para terminar exclamando- ¡ah, Dios le da pan al que no tiene dientes!

- Si que tengo dientes, solo que estoy podrido del pan. Ya es hora de que me toque una buena torta -protestó el Dos y como al descuido, preguntó- ¿y que mierda fue a hacer por tu casa?

- Supuestamente a visitar a mi mujer, -dijo dando otro sorbo al pocillo- pero lo único que hizo fue hablar de vos. Estaba enculada. Dijo que si vos no sentabas cabeza te largaba -riendo Manuel. Boludo, dale un poco de pelota, después de todo te mantiene. Yo a mi jermu hasta me la cojo una vez por semana.

- Si, eso es cierto. Mañana voy a ir. Ultimamente estoy yendo a cobrar nada más. -Concedió el Dos.



(1) Escuela donde se prepara a niñas de condición humilde para el servicio domestico.



- Hijo de puta, ¡como la hacés sufrir! -comentó Manuel gesticulando.

Hizo un instante de silencio, se terminó de un sorbo el cortado y agregó cambiando de tema- ¡che!, ¿y las minas del jueves? ¿no habíamos quedado para hoy?

El Dos se golpeó la frente.

- Cierto, las dos siervas que nos levantamos el jueves en el parque Independencia -y como dándose cuenta agregó ofuscado- ¿ves lo que te digo? ¡gronchas! ¡siempre gronchas!

- ¡Que bueno, hoy la ponemos seguro! -se entusiasmó Manuel restregándose las manos.

- Te lo aviso, la de los granos es para vos -se atajó el Dos- yo me quedo con la renguita.

Manuel se encogió de hombros.

- ¿Que me importa? ¡Yo con tal de ponerla...!

- Si, loco, pero ponela rápido y no te hagas el novio. No hagas como siempre. Que no están para dedicarles toda la noche -protestó el Dos.

- ¡Pero no! Pinchamos rápido y después olivamos a eso de la una para Yezabel, ¿que te serepa el plan?

El Dos puso una expresión a mitad de camino entre el fastidio y la resignación y sentenció:

- A levantarnos otras dos pardas -hizo un silencio, miró hacia la ventana y preguntó con un dejo de angustia- ¿cuando me voy a coger una guacha como aquella? ¿me querés decir? -señalando una majestuosa hembra, tipo estudiante de arquitectura, que desfilaba por la vereda.

- Yo no pierdo la esperanza, con esta pilcha algún día capaz me volteo alguna -exclamó Manuel sin convicción.

- Si, ganso, ¡el día del prepucio! -dijo el Dos burlón.

- ¿Porque? -Exclamó Manuel ofendido.

- Primero que no te dan bola porque están en otra y segundo que si se diera la puta casualidad de que te la levantés, después resulta que no tenés ni coche, ni guita para el taxi, ni para el telo ¿te creés que te vas a fifar una guacha como aquella, de parados en el parque Urquiza?... “¡devolvé el traje que te robaste, la puta que te parió!”, te va a decir.

Manuel se encogió de hombros.

- Y bueno, me chupa un huevo. No queramos cagar más alto de lo que nos da el culo. Es triste pero es el destino y del destino no se puede huir -miró la hora y con un gesto de solemne resignación agregó: Son las diez, salgamos hermano, nuestras víctimas ya largaron el repasador.

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