Escribiendo una novela on-line

Bienvenidos a la cocina de una novela. Dia a dia, encontraran publicado el refinamiento del material original de mi novela "Santana". Que lo disfruten.

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Location: Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Spain

Supongo que me parezco a lo que imaginan de mi mis lectores.

Tuesday, May 10, 2005

Capitulo XXX

El sábado a las seis de la mañana, el Dos y Manuel caminaban por el Parque Independencia. La niebla era espesa y le daba al paisaje, lleno de árboles, un aspecto fantasmagórico pero bello.

María se había quedado en la casa porque sentía demasiados movimientos en la panza y Ana había entrado de guardia a las cuatro de la mañana. Así es que los socios debían terminar la obra solos.

En rigor no faltaba demasiado, dado que los turros habían dejado para ayer los trabajos pesados y les quedaban solo algunos ajustes generales y las instalaciones eléctricas y de audio.


Para hacer algo que no interesa se necesita incentivo (algo como guita). Pero para lo que apasiona no hay pereza. Manuel y el Dos, dos vagos confesos vinieron a sorprenderse comprobando que en realidad habían sido terribles laburantes, solo que en potencia, (por la falta de proyectos que lograran interesarles).

Mientras tomaban unos mates antes de empezar, hablaban de eso.

- Loco, parece mentira. ¡Quién nos viera y quién nos ve!, ¡mirá como terminamos laburando con este invento!

Prendido de la bombilla, el Dos chupó apurado su mate y se apresuró a largar una reflexión que supuso medular.

- La vagancia, como la honestidad, es un concepto relativo. Una persona siempre parece mas o menos de lo que en realidad es, pero la verdad solo se vislumbra frente a condiciones bien determinadas.

Se detuvo para acabar de chupar el mate y Manuel dijo:

- Y claro, loco -pero no había entendido un pedo.

El Dos, gratificado continuó.

- Yo creo que el trabajo es antinatural. Que nacemos para estar al pedo y para jugar. Como los animales.

Manuel meneó la cabeza, mientras se cebaba un verde.

- Si loco, pero entonces no existirían los laburantes.

- Lo que pasa es que cuando un tipo toma lo que tiene que hacer como un juego, se convierte en laburante.

- Anda a cagar... y los que destapan pozos ciegos o cargan bolsas en el puerto, ¿que hacen? ¿juegan acaso?

- Es otra cara de la misma moneda... -saltó el Dos-. Con guita hacés lo que querés. Y ese tipo que destapa pozos ciegos cobra y si quiere se gasta la guita en putas. Es decir que laburó para poder jugar -sintetizó.

- Claro y si tenés familia, en vez de darles de comer los llevas a todos a culear al quilombo.

- Bueno, ¿y que querés?, esa gente no tiene opción. Pero contestame esta pregunta: ¿es laburante el que disfruta con lo que hace? o ¿es laburante el que odia su laburo pero lo hace porque lo tiene que hacer?.

- El que lo hace por deber -titubeó Manuel.

- ¿Vés como es? Nueve de cada diez boludos deben contestar lo mismo. Desde pendejo te cagan la vida con “la responsabilidad”. Con palabras como deber, obligaciones, etcétera. Con frases pelotudas como; “el trabajo dignifica al hombre”. Decime, ¿quién se llena la boca diciendo que es basurero?

- Nadie -opinó Manuel.

-¡Exacto! -coincidió el Dos-. ¿Ves?, ¡son todas boludeces! Frases inventadas por tipos que nunca se van a ensuciar las manos para hacerle el coco a los tipos que nacieron para llevarles la basura. Porque sino al señor lo traga la mierda.

Manuel ya indignado concluyo.

- Y los que no se prenden a su discurso son “los vagos”.

- No solamente los que no lo hacen sino también los que lo hacen a cara de perro.

- Si, cierto.

- ¡Hijos puta! -exclamó el Dos con una carcajada de admiración- fijate vos que no solo quieren que uno destape el pozo ciego sino que disfrute haciéndolo. ¡Que se sienta un elegido!

- Hace falta ser medio boludo. -Riendo Manuel.

El Dos se exaltó.

- Justamente, esa es la mejor cualidad para ser un “buen laburante”. Hacer laburos de mierda, ganar dos mangos y salir contento todas las mañanas para “el laburo”.

- Pero tuyo será el reino de los cielos, hermano -Manuel malignamente.

El Dos levantó el índice apuntando algo invisible.

- ¿Claro? ¿Para que te creés que esta el quia? - y poniendo voz y cara de boludo exclamó- Ma’sí, que los otros la pasen bomba acá, que yo me voy a ir a al cielo y ellos que se la pasan culeando, chupando y explotando gente se va a ir al infierno... jo, jo, jo.

Se revolcaron de la risa y el Dos, entusiasmado con su propia retórica, prosiguió.

- Decime una cosa, vamos del otro lado: Ese tipo que se fuma un puro desparramado en el sillón del directorio, viendo por la ventana como los otros laburan para engordarlo a él, ¿es un laburante?

- ¡Diste en la tecla!

- O el que es gerente de nos se que carajo y tiene que asumir un rol de hijo de puta porque para eso le pagan... ¿es un tipo digno?

- Si, de ser llamado hijo de puta.

- ¡Pero nadie lo condena!, porque cuando uno tiene guita se libra definitivamente de cuestionamientos de este tipo. Y aunque pase el día rascándose los huevos, cualquiera que llegó a hacer guita es un modelo a seguir...

- Exacto, y se le perdona todo.

- En definitiva y volviendo a nuestra realidad. Como acá lo que más abunda son laburos de mierda y encima mal pagados. Y como boludos no somos, resulta que somos dos tremendos govas.

- Claro, loco. ¡Vagos las pelotas!, somos gente lúcida -Concluyó Manuel, apurándose a explicar con esa endeble teoría su vergonzante pasado de ocio full-time.

Encendieron dos fasos, tomaron un par de mates más y luego, el Dos, mirando la hora, se puso de pie diciendo:

- Bueno che, hablando de la inexistencia de la vagancia, se nos está yendo la mañana sin hacer nada.

- Cierto "primero de mayo", ¡a laburar! -exclamó Manuel parándose.


Mientras trabajaban, se dedicaron con ahínco a especular sobre como les iría y en seguida, descontando el éxito, a planificar que harían con tanta guita. Autos cupé, yates, bulos espejados para hacer desfilar guachas en pelotas, roperos rebosantes de pilchas, filmadoras para filmar sus propias pornos y demás etcéteras que en ninguno de los dos casos incluían en absoluto a las dos boludas que los bancaban. Como en tantas otras parejas, en estas dos, el éxito de los unos amenazaba convertirse en el fracaso de las otras.

Con el aliciente de esa nube rosada y lujuriosa en la cabeza, los socios laburaron tan frenéticamente que en hora y media terminaron con todo y solo se cansaron las lenguas y los órganos de la imaginación.


Frente a la obra terminada el Dos sonrío con satisfacción.

- Que cosa... -comenzó a decir y se interrumpió.

- ¿Que cosa qué? -preguntó Manuel.

- Que lo que uno tuvo acá -dijo señalando su cabeza- lo vea afuera de uno. Hecho. Es increíble.

- Mirá, si lo que yo tengo acá -dijo Manuel señalando su cabeza- se viera afuera, las calles serian prohibidas para menores de veintiún años... ¡la ciudad seria un culeadero! -exclamo con una risotada y el Dos agregó.

- Mirá, yo no tengo ambiciones políticas, pero cuando la ciudad sea un culeadero... ¡me postularé a la intendencia!

Y estallaron los socios en alegres carcajadas. Se reían como locos simplemente porque eran felices. Porque se sentían en el camino a la cúspide. Y es sabido que la felicidad está en el camino y no en el final.

Siguieron todavía un buen rato contemplando la obra y riendo de cualquier cosa y finalmente el Dos miró la hora y dijo:

- Bueno, son las diez... me voy del ingeniero a buscar la cinta... nos encontramos directamente acá...

- ¿A que hora venís? -preguntó Manuel.

El Dos se rascó la cabeza.

- No sé... vengamos a eso de la una y media, tomamos unos mates y ya abrimos a las dos...

- Okey, andá, yo voy a pasarle un trapo mojado al cartel -propuso Manuel, increíblemente ansioso por laburar.

- ¡Pará con el laburo, ché! ¡a ver si hacés llover, la puta que te parió! -Chascarreó el Dos mientras se iba.

Y Manuel quedó pasando el trapo.

1 Comments:

Blogger Roberto Iza Valdés said...

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11:53 AM  

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