Escribiendo una novela on-line

Bienvenidos a la cocina de una novela. Dia a dia, encontraran publicado el refinamiento del material original de mi novela "Santana". Que lo disfruten.

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Location: Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Spain

Supongo que me parezco a lo que imaginan de mi mis lectores.

Thursday, May 12, 2005

Capitulo XXXII


El domingo siguiente también llovió, aunque con una llovizna finita, incomparable con el diluvio del día anterior.

Justamente esto era lo que señalaba, optimista, Manuel.

- Me cago en la diferencia -dijo el Dos contemplando el húmedo y desolado parque. Los cuatro estaban apretados, tomando mate bajo la boletería.

- Ché, ¿ese no es el pelado de ayer? -exclamó María señalando un grupo de cuatro tipos que se dirigían inequívocamente hacia ellos.

Efectivamente uno era el pelado. Dos de los otros no revestían ninguna característica particular, como no ser un común rostro de torturados. Y el cuarto tipo era bastante alto y delgado. Y la frondosa barba que lucía y sus lentes de miope le dispensaban un inequívoco aspecto de psicoanalista.

- Hola amigos -saludó el pelado y agregó a modo de presentación- Aquí traje a unos compañeros de terapia y a nuestro terapeuta el licenciado Del Molino.

Se intercambiaron los saludos de ocasión y estaban sosteniendo una trivial charla de ocasión, cuando el pelado, con una indisimulable ansiedad, interrumpió la charla diciendo:

- Bueno, porqué no me dan un boletito, así voy pasando... -y como vió las miradas converger sobre él, musitó-. Por favor.

- Controle su ansiedad, Molina -recomendó el licenciado.

- Bueno, pero quiero mi boleto. Charlen ustedes, si quieren. Yo no vine para hablar al pedo -se justifico, nervioso el pelado.

- Le repito, controle su ansiedad -repitió el terapeuta mordiendo las palabras. Luego, volviéndose al Dos, explicó-. Tiene una personalidad adictiva de mierda.

- ¡Esta bien, tengo una personalidad de mierda, pero denme los boletos!

- ¡Molina! ¡tarado de mierda, basta! -vociferó el profesional, fuera de si-. ¡Controle su asquerosa ansiedad porque le voy a dar con el electroshock! ¡Y si le digo que le voy a dar, le voy a dar!

Ante la amenaza, temblando y con ojos aterrados, el pelado Molina, se quedo en el molde.

Finalmente les vendieron cuatro boletos. Pero se suscitó todavía otro altercado cuando el terapeuta insistió en pasar primero. El pelado, angustiado, rompió en un llanto de niño caprichoso y el terapeuta mirándolo duramente, le dijo:

- El martes dos golpes de electroshock y duplicación de honorarios, Molina.

Como un chico llorón al que le pegan para que pare, el pelado lloró mas todavía. El psicoanalista, entonces, con un brillo criminal en la mirada, lo tomó de las solapas y con una engañosa calma lo amenazó:

- Mire Molina, termínela. Basta. Basta porque cuando tenga ganas de suicidarse por haber matado a su madre y me llame desesperado, no le voy a dar ni cinco de pelota. ¿me entendió?¿me entendió? -inquirió samarreándolo.

El pelado derrotado y lloroso asintió. El terapeuta entonces sonrío complacido y entró en la sala de ambientación. Recién cuando el locólogo pasó al estanque, lo hicieron entrar al pelado para ambientarlo.

A los quince minutos lo parieron al psicoanalista y salió llorando de la bolsa como cualquier hijo de vecino. Después de la sesión de teta que mamó ávidamente, fue volviendo en si y finalmente se puso de pie.

Reasumiendo su rol profesional, comenzó con una perorata interminable donde cada dos por tres introducía algunas de las siguientes palabras; regresión, complejo de Edipo, inconsciente, territorio de la infancia, superyo, lactancia y shock emocional. Finalmente terminó el discurso con una calurosa felicitación hacia el Dos y una proposición, para hacer dos cosas:

- Primero le derivaré, por una pequeña participación se entiende, no solo la totalidad de mis pacientes sino también los de la clínica donde tengo el consultorio... y segundo vamos a organizar una exposición ante colegas y autoridades de la carrera, con un debate posterior. Amén que me comprometo a iniciar ya mismo un trabajo de tésis para el próximo congreso internacional donde gestionaré su invitación en calidad de expositor.

El Dos no podía creer lo que oía. Con una sonrisa de oreja a oreja le estrecho muy fuerte la mano y le dijo:

- Licenciado...-y titubeando, agregó-... ¿diez por ciento?.

Jocoso el analista le recriminó.

- Parece que me cambió el nombre, mi amigo. ¿Qué es eso de “licenciado Diez Por Ciento”?

- Es cierto, perdóneme -se apresuró el Dos.

- Nada que disculpar, amigazo. Era una broma. Pero si me tengo que cambiar el nombre preferiría llamarme Quince. Los apellidos están muy bien -contestó el codicioso profesional.

No solo gastaron sus cuatro boletos sino que reciclaron en la máquina toda la tarde.

En una de aquellas recicladas se suscitó un incidente. Dado que uno de los otros dos torturados no podía ser calmado, después del parto.

María le daba la teta, le acariciaba la cabeza, lo abrazaba, lo arrullaba, le daba palmaditas en la espalda. Pero no había caso. Después de un rato, recién volvió en si, pero aún sin dejar de llorar. Se puso de pie, esnifó los mocos y se acomodó la ropa.

- Bueno, ya esta...ya pasó. No es para tanto -lo consoló Manuel.

- No lloro por el parto -dijo logrando controlar el llanto.

- ¿Y entonces? -preguntó María.

Secándose las lagrimas con la manga el tipo confesó:

- Lloro por otra cosa...

- ¿Que cosa, señor Molinari? -inquirió el licenciado.

- No, nada licenciado... nada.

- ¿Que cosa, señor Molinari? -insistió Del Molino duramente.

El llorón, lo miró entonces sumisamente con sus ojos enrojecidos.

- Esta bien, -concedió y empezó a relatar- lloro porque recordé una mañana soleada de otoño. Estábamos en la cocina yo y mi mamá solos. Mi mamá me daba la teta... -dijo haciendo una pausa por el nudo en la garganta.

- ¿Y? -preguntó el Dos.

Con esfuerzo, el tipo continuó:

- Entonces tocaron el timbre y... era mi abuelo...-dijo interrumpiéndose ahogado en llanto.

- ¿Pero que tiene? ¡Era el abuelito! -lo animo María, sonriendo.

- Es que mi abuelo... -el llanto no le permitía continuar-... mi abuelo me... me sacó de los brazos de mi mamá... y... y... -patinó sin poder decirlo.

- ¿Y que? -preguntó Ana que estaba mordiéndose los dedos.

- Y... -repitió aún trabado por la angustia.

- Si, ¿que tiene?, seguro que lo habrá alzado para jugar... -opinó María.

- ¡¿Qué pasó, Molinari?! -insistió el terapeuta colérico.

Y el tipo, soltándose, exclamó en un grito visceral:

- ¡Que se puso a chupar él!

Todos se quedaron mudos y boquiabiertos. Solo se oía el llanto y como telón de fondo la llovizna sobre el techo de lata. El primero en tratar de calmarlo fue el Dos, pero falló. Luego lo intentó Ana, con igual suerte. Finalmente y como el llanto amenazaba no terminar más, intervino el Licenciado Del Molino. Que logró calmarlo con la amenaza de develar, delante de todos, ciertas tendencias sexuales aparentemente cuestionables, que le había confiado el llorón en la terapia.

3 Comments:

Blogger Roberto Iza Valdés said...

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11:38 AM  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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6:17 PM  
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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1:03 PM  

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